A menudo oímos que cuando llegamos a la vejez hemos cruzado el umbral de los años dorados; la época de mayor plenitud, ya que nos centramos más en disfrutar de esos pequeños placeres que pasaban desapercibidos cuando éramos jóvenes; cuando lo único que nos motivaba era construir una vida para nosotros y para nuestras familias.
Los abuelos, nuestros mayores, ocupan un lugar en nuestra sociedad que pocas veces es considerado, en la proporción que se merece; Aunque toda familia tiene un interés especial por sus abuelos, los roles sociales de los mayores tienden a ser menos, más flexibles, menos constreñidos e incluso, en algunos casos, menos restrictivos.
Evaluar la experiencia, el tiempo vivido, los años transcurridos, puede no ser tan convincente como evaluar el futuro, el potencial y la plenitud de la juventud; pero cada época tiene su propio atractivo y es apta para entrelazar dinámicas sociales y capaz de transmitir valores culturales.
Los años dorados, momento ideal para apreciar el regalo de la memoria.
La vejez es un período muy provechoso; los jubilados, si bien experimentan una vejez natural, con todos los afectos y limitaciones que ello conlleva, experimentan también mayor libertad, amor, diversión, creatividad, imaginación, porque si es cierto que el cuerpo ya no funciona como antes, la mente generalmente está intacta y, a menudo, es más productiva.
La edad, los años, no constituyen una barrera para las personas; El modelo erróneo de que el loro viejo no aprende a hablar sigue provocando un estigma que hace que muchos de nuestros mayores se nieguen a aprender cosas nuevas, a experimentar cosas nuevas, a la aventura y a ser creativos, cuando están en casa. Aprovechar eso ellos para la eficacia de sus fines; un individuo que lucha por relaciones armoniosas, estables, significativas y productivas es un individuo que trabaja dentro de su capacidad.
Ahora piensa en el valor real que le damos a las personas mayores, piensa en cómo les inculcamos la pasión por vivir, cómo los estimulamos a ser auténticos, creativos y audaces, en la edad en que pueden desencadenar grandes logros y enseñarnos a ser más sabios; Al fin y al cabo, nuestros abuelos son los guardianes de las tradiciones, las recetas familiares, la historia de nuestros orígenes, los ancestros (ligados a los ancestros, a través de los hilos de consanguinidad), nos ayudan a anclar, a tener un amor más fuerte por nuestra tierra y hogar.
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