La muerte de un ser querido se percibe de forma diferente dependiendo de la implicación de cada persona y el duelo se vive en función de como maneje la situación el doliente. Para la persona en cuestión, es un proceso personal e individual durante el cual trabaja para seguir viviendo, para no quedar afectado por la situación. Este proceso tiene tres fases: la negación, el afrontamiento de la ausencia y la solución después de la pérdida.
Negación
A la persona le resulta difícil aceptar la idea de que acaba de perder a un ser querido . La negación es importante al contrario de lo que uno pensaría. Permite que la persona afectada no se sienta atacada por la intensidad emocional del choque que es demasiado grande. Independientemente de las circunstancias, incluso cuando la muerte era previsible, la conmoción permanece. Se trata de la desaparición definitiva de una persona a la que se había apegado. Esta situación está lejos de ser fácil de digerir. Este estado explica el hecho de que algunas personas al día siguiente del anuncio de una muerte sigan viviendo como si nada, no lloran.
Están como paralizados por la conmoción, conscientes de la partida pero luchando por acostumbrarse. Sin embargo, la visión del cuerpo sin vida te permite volver a la realidad. Lo mismo ocurre con el funeral y el ritual funerario . Permiten que la persona en duelo sufra e integre esta realidad en su vida, aunque solo sea por el período necesario para llorar.

Sobrellevar la ausencia
La asuencia de un ser querido se nota por su falta: falta de intimidad, de compartir y de dificultades. De hecho, en algunos casos, las relaciones contenciosas tienen un lado atractivo en una relación. El recuerdo de los tiempos pasados se vuelve más conmovedor cuando regresan, pero especialmente cuando la persona en duelo se da cuenta de que ya no lo verá. El vacío se acentúa cuando se vuelve imposible llenarlo como en el pasado. El deseo de volver a ver a la persona desaparecida es permanente. Todo es bueno para la persona cuando experimenta que se acerca al difunto. Podría ser el perfume de la ropa, el regalo que hizo…Para algunos, este pasaje es muy difícil, porque es el período de duelo cuando el riesgo de depresión es alto. El deseo de aferrarse a los recuerdos o al más mínimo detalle que pueda mantenerlos deja muy poco espacio para que la persona se controle. Entonces es muy fácil para ésta tomar somníferos para dormir, antidepresivos para el trabajo o medicamentos para dejar una impresión de bienestar en los demás.

La solución después de la pérdida
Esta etapa se centra en las demás. De hecho, la persona permanece en su estado de abstinencia en sí mismo. Depende de otros ayudarlo. Es posible que toda acción externa fracase contra un muro de silencio e inacción, pero se necesita persistencia para ver que las cosas cambian como un clic, sin una razón real. Esto demuestra la importancia de los seres queridos después del entierro. Con un poco de tiempo, la presencia de otros arrancará los recuerdos que causan dolor. La vida alrededor de la persona afectada; manifestado a través de actividades diversas, salidas organizadas con amigos, por ejemplo, ayudará a seguir adelante, a vivir de nuevo.

Para ayudarte a estar lo más cerca posible de tus seres queridos o tus amigos en duelo, te apoyamos en cada paso, nuestro objetivo es dar una pequeña sonrisa a las personas que sufren la inmensidad de su dolor.
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